martes, 18 de octubre de 2011

Choque Cultural. Un Paso Hacia el Buen Gusto.-


Hace algunos días me trasladaba en colectivo - con rumbo a casa - luego de una jornada agotadora en el gimnasio. Eran las diez de la noche y siendo tarde - como otras tantas veces - me reconocí abatido, famélico y poco tolerante. Me esperaba un trayecto de media hora entre 'agentes sociales' de todas las especies. Por esto mismo me determiné a tomar el viaje con calma. 

Así fue como al instante - tras pagar el boleto - hice los arreglos para que mi dispositivo electrónico comenzara a reproducir algo de la música clásica que prefiero en situaciones como aquella. Sin lugar a dudas, necesitaba relajarme. Para esos casos - claramente he determinado - nada hay mejor que una pieza fulana del barroco o cualquier otra composición en modo menor. Cerré los ojos y respiré profundo. 

No pasaron más de cinco minutos - una vez logré sentarme y acondicionarme en el ambiente filarmónico - cuando una vulgar atrevida de pedigree sospechoso se ubicó a mi lado y reveló frésca y arrogantemente un teléfono celular del cual empezaron a emanar sonidos de estereofónicos rítmos y cadenciosas melodías. Irritado, luego de darle algunas vueltas al asunto, le declaré francamente:


'Disculpame? Te queria hacer un comentario rápidamente y sin que lo tomes como algo personal. Voy a ir al grano para no aburrirte mucho: me parece un falta absoluta de respeto que escuches musica a ese volumen. Creo que no es necesario, existiendo hoy en día la tecnología pertinente. 

Perdoname si te estoy incomodando con mi llamado de atención pero la verdad no queria dejar de pasar la situacion porque vengo viendo escenas como esta desde hace rato y finalmente me han colmado la paciencia. Creo que todo tiene un límite. Hasta hace algunos años un caso como este era un hecho aislado. Sin embargo, hoy en día, encontrar un desubicado que reproduce música a volumenes descomunales en un espacio público es materia habitual y corriente - incluso diría predecible - sobre todo en el colectivo.

Me molesta también - dejame decirte - que se tome esto como algo ordinario. Los argentinos tenemos el don de habituarnos a todo. Pero sabés qué creo? No nos podemos acostumbrar a cualquier cosa. La impunidad también tiene un límite. Me parece bárbaro que te gusten los Wachichorros. Yo - por ejemplo - los aborrezco. Pero eso es lo maravilloso de la diversidad cultural. No te parece? Al fin y al cabo esto no es una cuestion de géneros musicales. Es una cuestión de convivencia. A mi también me gusta la música y no por eso me ves en la cola del banco bailando y cantando a los alaridos el último single de Lady Gaga. 

Confio en que - más allá de las evidentes barreras cognitivas que te separan del resto de la raza humana - en algun recóndito lugar de tu psiquis me estés entendiendo y espero - además - que puedas poner en práctica mi sugerencia de inmediato ya que lo considero sumamente provechoso y de vital importancia para mi salud mental. Antes de que materializaras tu existencia a mi lado, casualmente, intentaba relajarme, escuchando un Concierto para Flauta y Fagot. Como te imaginarás, tenerte al lado con ese aparato zumbando a diez centímetros de mi yunque - verdaderamente - me impide en forma considerable cualquier posibilidad de audición. 

(Mirando a La Gente) : Por favor, conservemos ciertos códigos y practiquemos un poco de autocensura, un poco de autocontrol.

(Volviendo a La Sagra) : Y vos Marolia, tirate un paso hacia el buen gusto y please, comprate un par de auriculares! 

Muchas Gracias a Todos'.

Si bien todo esto ocurrió solo en mi imaginación, vale aclarar: se acerca el día en que mi irá caerá sobre todos los sinvergüenzas que nos rodean y todos mis pensamientos transgredirán las fronteras de la ilusión para eventualmente exteriorizarse en letales palabras de liberación personal. A mis  lectores suplico: no se conformen! No nos resignemos a las costumbres populares! Volvamos a poner las cosas en su lugar!