viernes, 23 de septiembre de 2011

Libertad de Expresión.-


Me indigna la gente estúpida que comenta imbecilidades por el solo acto de ejercer 'el Derecho a la Palabra'. La pregunta es: '¿Con qué necesidad nos somete - tal chusma - a la audición obligada de tales declaraciones que - antes que aportar - no hacen otra cosa más que masacrar los sagrados pilares del decoro?'.


Expandiéndonos ya a un territorio más significativo. Lo que en definitiva estoy haciendo es apuntar al escrúpulo individual y convocar al llamamiento personal en todos los niveles sociales en los que la verbalidad como método de interacción se ve implicada. Creo sólidamente en la esencia básica del sentido común que - concretamente - nos indica qué es un aporte afortunado y qué no lo es. No le veo otra salida posible.


Sostengo que me parece inconveniente, poco práctica y fuera de lugar la participación excitada de algunos miembros de la sociedad argentina que - a viva voz y sin escrúpulos - exhiben disparatadamente su banal sandez en los medios de comunicación con la firme y exacerbada intención de hacer notar su desdichadamente arrinconada existencia.

Siendo esta - Sociedad Argentina - un escenario en donde los intereses se presentan múltiples y heterogéneos, por favor: ¡Celebremos en la quietud de nuestras idiosincrasias la divina capacidad para discernir lo que conclusivamente puede resultar de beneficio común de lo que en ningún caso puede llegar a serlo!

A buen entendedor, pocas palabras.-


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